Hace más de un año escribí un blog sobre la oración que hablaba de la sensación de ver las oraciones respondidas. Pero, ¿qué sucede cuando le susurramos al oído en nombre de los demás? ¿Vemos su respuesta? No me refiero solo a las oraciones por sus hermanos o vecinos, sino a las que se susurran en las calles cuando se sienten agobiados por la madre demacrada o el anciano que está luchando. A menudo no vemos los resultados de esas oraciones, pero como alguien que recibe estas peticiones de oración, le ruego que no deje de interceder. Después de terminar uno de nuestros años más difíciles y ocupados en el ministerio, recibí varios mensajes de extraños ... sí, extraños ... que estaban orando por nosotros. Nunca sabrán si sus peticiones son respondidas y, sin embargo, continúan orando. Es humillante y, sin embargo, muy alentador saber que ellos, junto con todos ustedes, están orando por nosotros. Si bien es posible que nunca vea cómo Dios responde sus oraciones por nosotros, necesitamos que ore. Necesitamos que se suba al regazo de nuestro Padre y le hable ... sobre nosotros ... nuestra familia, nuestro ministerio, nuestras vidas. Cuando Satanás está en su punto más fuerte, es a través de sus oraciones que somos lo suficientemente fuertes para luchar. Es a través de sus oraciones que podemos seguir escuchando los latidos de su corazón por el pueblo hondureño. Cuando nos queda poca lucha, es a través de sus oraciones que ganamos la fuerza para seguir adelante. No estamos solos en esto. Cada cristiano está en esta misma batalla. Todos necesitamos las oraciones de otros creyentes. Es con esto en mente que cito a Pablo cuando escribo a Filemón, “Doy gracias a mi Dios siempre cuando me acuerdo de ti en mis oraciones, porque escucho de tu amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús y por todos los santos… Porque he obtenido mucho gozo y consuelo de tu amor, mi hermano, porque los corazones de los santos se han refrescado a través de ti. "
Deja un comentario